San Pedro de Tlaquepaque es un pueblo que junto a su vecino Tonalá, encabezan la producción alfarera del Estado de Jalisco, al oeste de la República Mexicana.
La importancia de estos centros alfareros jaliscienses está bien documentada y sobreviven ejemplos de piezas antiguas que denotan no sólo la abundancia de su producción sino la plasticidad y capacidad artística de sus artesanos a la hora de recrear figuras y animales.
Las crónicas relatan la riqueza de ambas poblaciones, la numerosa cantidad de alfareros que allí moraban y el renombre internacional que alcanzaron a tener las figuras y objetos en barro de Tlaquepaque y Tonalá.
Don Zenón Martínez García es quizás uno de los últimos grandes maestros (falleció en 2010) de esa rica genealogía de alfareros jaliscienses. Sus figurillas, a las que se conoce como «tipos» populares, continúan una tradición de estos modelos de piezas que tuvieron en el siglo XIX una gran notoriedad.
Los tipos populares de Tlaquepaque se vendían en los portales de Guadalajara y en la plaza de toros de la ciudad. Consistían en figuras vestidas con trajes regionales o personajes populares como políticos, militares o héroes patrios.
De allí la trascendencia de las figuras del maestro Zenón Martínez García, quién adquirió su fama por la creación de Nacimientos (Belenes) con temáticas diversas, relacionadas con la diversidad cultural mexicana. Entre sus piezas famosas se cuentan “el nacimiento mariachi”, “el nacimiento azteca” y “el nacimiento huichol”.
Igualmente, sus tipos populares son expresión única y de un alto nivel de detalle en las figuras que componen estos conjuntos escultóricos. El albañil, el arriero, el carpintero, el pastor, el aguador, el organillero y cientos de figuras más constituyen la colección de tipos populares de don Zenón.
Es importante destacar que para su realización, el trabajo con el barro es de una enorme complicación para lograr la impecable factura de las piezas, pues primero debe amasarse con dedicación para alcanzar la suavidad suficiente para poder rellenar los moldes que contiene la identidad de estas singulares figuras.
Librando el baro del molde, las piezas se dejan secar a la sombra por tres o cuatro días, posteriormente se meten al horno y se quemas a una temperatura aproximada de seiscientos grados centígrados. Las piezas salen del horno y cuando ya se han enfriado comienza el delicado y lento proceso de pintarlos para que cada figura vaya, paulatinamente adquiriendo los rasgos y detalles de su personaje representado.
Tal fue el éxito de la carrera artesanal del maestro Zenón Martínez que actualmente su nieto, Sergio Adrián Sandoval Martínez (de 42 años), de decidió mantener abierto el taller de su abuelo y actualmente se ha convertido en un exitoso heredero de una de las tradiciones más importantes de la alfarería jalisciense.