San Juan Chamula es un pueblo indígena de la etnia Tzotzil. Este grupo se ubica principalmente en los Altos de Chiapas, un lugar montañoso de clima frío y de varios poblados alrededor de la ciudad de San Cristóbal de las Casas, la ciudad más importante de la región montañosa de Chiapas.
De entre estos pueblos Tzotziles San Juan Chamula, se destaca por su nivel de sincretismo religioso e independencia cultural. Es tal su autonomía que el gobierno local se rige por usos y costumbres de la comunidad. En el mercado continúa la tradición del trueque y su Iglesia se rige por una ritualidad autónoma y sincrética, a pesar de ser católica. Los hombre y mujeres de San Juan Chamula son muy celosos de sus tradiciones y de sus prácticas, por lo cual no son muy abiertos a las novedades y a los contactos con turistas y visitantes.
Entre las tradiciones mas arraigadas de “Chamula”, están los tejidos bordados con lana de oveja, un animal sagrado para los tzotziles que no se sacrifica, pues les provee de esta materia prima para la realización de sus prendas tradicionales, tejidas en telar de cintura.
Con la lana se elaboran artesanías como las muñecas, pero también se realizan juguetes con forma de animales, además de prendas de vestir, como huipiles y rebozos. En la mayoría de los pueblos de los Altos de Chiapas, las mujeres tejen piezas de algodón o lana, como ocurre en Chamula.
Las mujeres de esta población visten huipiles bordados con vivos colores, que reproducen en miniatura para vestir a sus tradicionales muñecas. Estas figuras de madera, revestidas con telas de borrego que imitan los atuendos tradicionales, principalmente son usadas como parte de las devociones sincréticas de los chamula, pues están siempre presentes en los altares familiares y aún en aquellos que están presentes en la fascinante iglesia del pueblo.
En este enorme pueblo tzotzil existen dos mujeres artesanas tzotziles, María Patixtán Licanchitón y Pascuala Patixtán Licanchitón, su hermana, que son reconocidas por la comunidad por la destreza con la que crean estas muñecas.
Ambas son maestras tejedoras y la primera es presidenta de una cooperativa de cuarenta y cinco mujeres artesanas tzotziles, que se dedica a la creación de fajillas, enredos y huipiles para las mujeres y los tradicionales gabanes que portan los hombres.
La cooperativa es una forma de organización comunitaria muy eficiente, pues tiene su base en el respeto al trabajo colectivo y a la distribución equitativa de las ganancias, en un ejemplo de organización igualitaria del trabajo. Este modelo ha posibilitado no sólo el desarrollo de una economía local sino el enriquecimiento de la artesanía chiapaneca.