EXPOSICIÓN
Biombos y castas, pintura profana de la Nueva España
Casa de México en España en colaboración con Citibanamex – Banco Nacional de México y Fomento Cultural Banamex, A. C., presentan la exposición Biombos y castas. Pintura profana en la Nueva España.
La exposición ofrece una selección de obras que acercan al público algunas de las estrategias visuales desarrolladas por los pintores de la Ciudad de México entre los siglos XVII y XVIII, aplicadas a la representación de asuntos profanos —ajenos al ámbito de lo sagrado—. La pintura de historia y mitología, vistas de ciudades, saraos y pintura de castas son temáticas mucho menos frecuentes en la producción de esta escuela de pintura, a la que, por regla general, se relaciona con representaciones dedicadas a la historia sagrada, a los santos y otros aspectos de la doctrina cristiana, y cuyas magnas empresas se destinaban a la pintura de retablos o la ornamentación de templos y conventos, con el fin de facilitar a los creyentes una vía para imaginar lo trascendente a través de la pintura.
Las obras que aquí se presentan son la excepción a esa regla e ilustran la exigencia a los pinceles dedicados a simbolizar lo divino para encontrar los caminos que, con los mismos conocimientos y artificios técnicos de la pintura religiosa, materializaran, plasmando sus inquietudes intelectuales e incluso de orden político, imágenes cuyo propósito era la ornamentación de espacios domésticos o civiles, donde la idea de la belleza y la representación del cuerpo humano, animales u objetos sustentaban un ámbito más cercano a la cotidianeidad.
Las pinturas de esta exposición se dividen en dos núcleos bien definidos según su tipología: en primer lugar los biombos, mobiliario de generoso tamaño formado por múltiples hojas plegables y unidas por bisagras cuya superficie se destinó a la pintura de distintos tipos de asuntos y, en segundo lugar, una selección de pinturas de castas, obras destinadas a dejar constancia de las mezclas posibles entre las diferentes razas que componían la variopinta sociedad novohispana.
Pinturas de castas
La pintura de castas floreció como un género recurrente entre los artistas más reconocidos de la Ciudad de México durante el siglo XVIII. Este tipo de obras, de origen mayormente novohispano pero con ejemplos en otras partes del mundo hispánico, como el virreinato del Perú, tuvieron un propósito general: ilustrar en una sola tabla, o bien en una serie formada por hasta dieciséis pinturas, escenas donde una familia de tres componentes, una madre, un padre y su hijo, ilustraban las posibles mezclas de la gente que poblaba las Indias occidentales.
Las pinturas podían ser representaciones sencillas del variopinto paisaje étnico, pero también dieron ocasión para representar otros aspectos de sus personajes, tales como su indumentaria o los frutos típicos de la región o, con un alcance mucho más pictórico, algunas series informan los oficios, las tiendas y talleres, los ambientes domésticos en que se desenvolvían, e inclusive los comportamientos que podían variar acorde al origen y condición de la mezcla derivada de españoles, indios y negros, la cual incluía para cada estrato una nomenclatura formada por palabras como mestizo o mulato, incluyendo otras denominaciones clasificatorias que incluyen las de castizo, morisco o albino, saltatrás, chino, coyote, albarazado o cambujo, entre otras, útiles para definir posibilidades pero sin consideración oficial.
En el transcurso del siglo XVIII, este género se fue transformando, distinguiéndose dos periodos bien definidos: el primero, que se ubica entre 1711 y 1760, se caracteriza por representaciones que afirman el exotismo y la riqueza de las tierras americanas, no exentas de un acendrado orgullo criollo. Otro momento es el que va de 1760 hasta los albores del siglo XIX, con obras más cercanas a atender disposiciones administrativas relacionadas con las reformas borbónicas.
Biombos
El biombo es un tipo de mobiliario ampliamente difundido en el lejano Oriente, utilizado con dos funciones principales: una utilitaria, pues sirve para dividir el área de una habitación y crear espacios más íntimos, protegidos de las corrientes —de ahí su etimología japonesa byo, protección y bu, viento—, y otra ornamental, en la que su superficie, generalmente amplia y compuesta por varias hojas, se aprovecha para pintar en ella distintos asuntos. El mueble fue adoptado por los portugueses como una más de las mercaderías de su fructífero comercio con Asia. En el ámbito hispánico, entró a formar parte del ajuar suntuario y doméstico de las principales casas mexicanas cuando el navegante Andrés de Urdaneta trazó el tornaviaje entre el puerto de Acapulco en la Nueva España y las islas Filipinas, generando un hilo de comercio continuo entre Asia y Europa a través de América.
En los talleres novohispanos, el biombo sufrió importantes transformaciones, como la variación de sus materiales, que pasaron del uso de papeles o sedas para cubrir los bastidores de sus hojas a la aplicación, en su lugar, de lino traído de Flandes. Pero el cambio fundamental lo encontramos en los temas de la pintura representados en sus extensas superficies, que muestran cómo un mueble que proviene de Oriente se adaptó a las necesidades y al ánimo cultural de distintas sociedades; así, encontramos representaciones de pintura de historia como la conquista de México o las batallas de Alejandro Farnesio, o bien vistas de la Ciudad de México que podían ofrecer desde mapas detallados de todas sus calles hasta solamente sus partes más importantes, o también desplegar temas de intrincada cultura emblemática, mitología clásica o aspectos de la vida cotidiana.
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