Estas aparentan ser dos simples líneas que se cruzan pero, en ocasiones, esta encrucijada es tan fortuita como los dos linajes, el indígena y el español, que se encontraron para conformar la herencia cultura de México.
Cada lienzo lleva un año en su título: 30, 1492, 1806, 1821 y 1830. Estos actúan como marcadores silenciosos de algún momento significativo en la historia, la religión y la cultura.
Como pieza central, Dos líneas (fe) (1821), presenta una cita de San Agustín en latín, pintada con aerosol, que expresa: La fe es creer lo que aún no ves y su recompensa es ver lo que crees.
Y reflejadas en un techo de espejo, las pinturas se duplican al convertir las dos líneas en cuatro. Este efecto hace alusión a la crucifixión de San Pedro, quien pidió ser sacrificado boca abajo, ya que se sentía indigno de morir de la misma manera que Cristo.
El reflejo en el espejo nos da la sensación de una realidad vista al revés, pero siempre de la manera correcta.