Miguel Soler – Roig retrata México a través de la lente de su cámara desde hace más de treinta años, cuando visitó por primera vez el país, siendo un joven que se enamoró de México y lo recorrió el país en posteriores viajes de norte a sur y de este a oeste.
El segundo núcleo de la exposición ‘En el ombligo de la luna’ es una suerte de capilla oscura con cuatro inmensos paisajes donde sumergirse.
Cada uno de ellos es el epítome estético de una de las últimas vivencias reveladoras de Soler-Roig en México, aquellas que han conseguido trasladarle hasta su epicentro interno: un impasse meditativo, un momento de celebración identitaria, un viaje espiritual mediado por la vegetación o por la sensación de unidad con el cosmos.