Entre las más famosas tradiciones artesanales mexicanas se encuentran las “lacas de Olinalá”. Su popularidad es histórica y su presencia es internacional pues existen muchos bellos ejemplares de este arte en varias colecciones y museos del mundo.
Una clara muestra de lo último la tenemos en el acervo del convento de Las Descalzas Reales de Madrid, en donde se encuentran desde hace siglos, dos bellos arcones laqueados, provenientes de Olinalá.
Este pueblo se encuentra en la zona montañosa del estado de Guerrero y junto con Temalacatzingo, son los centros de producción de estas artesanías realizadas con laca (o maque, como algunos estudiosos lo llaman, para diferenciarlo de otro tipo de lacas industriales).
La madera que se usa para la realización de los baúles, las cajitas, bandejas y demás objetos decorativos, proviene del árbol de “linaloe”, muy aromático y común en la región.
La producción de estas artesanías es de una enorme complejidad y laboriosidad.
A la superficie de las piezas de madera ya armadas (por ejemplo un baúl) se va aplicando poco a poco una capa de aceite de Chía para barnizar solamente la zona en donde se aplicarán las capas de pigmentos minerales de diferentes colores, que tradicionalmente son conocidos, con nombres de la lengua náhuatl, como “tóctetl”, “tesicaltetl” y “tecoxtle”.
Con estas tres tierras, que pueden ser pigmentadas con diversos colores, se procede al meticuloso trabajo del laqueado de toda la pieza. La técnica es tan compleja que un baúl, o algún otro mueble como un biombo o una cómoda, pueden ser cubiertos por una, dos, tres o hasta cinco capas de laca de distintos colores. Éstas van quedando cubiertas para posteriormente ser rayadas y exhibir entonces una hermosa combinación de tales colores en relieve, lograda por medio del llamado “dibujo” de la pieza.
La manera de hacer “el dibujo», como se le conoce a esta etapa del trabajo, es muy compleja y se hace rayando a mano los motivos de ornato sobre la superficie de la pieza. Esta etapa es sorprendente porque los artesanos no usan plantillas y sólo realizan los complejos diseños echando mano de un punzón muy afilado con el cual van “rayando” el dibujo, al tiempo que van dejando descubiertas las capas internas que habían sido cubiertas previamente.
Esta acción logra un efecto hermoso sobre la pieza pies el dibujo puede quedar en un relieve color negro, sobre un fondo naranja brillante; o incluso dibujos rayados en dos colores, azul y rojo, sobre un fondo púrpura.
La riqueza de motivos y la sutileza que los dibujos de las lacas de Olinalá tienen como contexto estilístico, lo dio el barroco novohispano. La profusa elegancia de los diseños, que los hace parecer coloridos encajes, históricamente debe su origen al intercambio de mercaderías provenientes de la famosa ruta del galeón de Manila, que en el siglo XVIII cruzaba la mitad del mundo, desde Filipinas hasta los puertos novohispanos de Acapulco y Tehuantepec, para continuar su camino, tierra adentro, hasta el montañoso pueblo de Olinalá.