Riqueza y pluralidad son dos notas que caracterizan a “lo mexicano”, dos notas que están presentes también en nuestra cultura y que permiten, en parte, configurar la identidad nacional. Esta identidad se ve reflejada en el propio patrimonio artístico de México, donde la diversidad de sus orígenes otorga, ciertamente, mayor riqueza a la cultura. Un buen ejemplo de ello es el arte popular, en el que México es considerado un verdadero exponente.
El arte popular mexicano nos permite ver la enorme riqueza de la cultura mexicana, resultado de una mezcla de distintas culturas y tradiciones, algo que sucede también en otros países americanos: lo prehispánico y lo indígenas, las tradiciones europeas y la religión católica y, por último, la influencia asiática debido a todos los productos que llegaban al puerto de Acapulco en la ruta comercial del Galeón de Manila o Nao de la China.
Un ejemplo de esta última influencia puede verse en la Laca de Olinalá, cuya riqueza de motivos y sutileza en sus dibujos encuentran su contexto estilístico en el barroco novohispano. Por su parte, la profusa elegancia de los diseños, que los hace parecer coloridos encajes, históricamente deben su origen al intercambio de mercaderías provenientes de la ruta del galeón de Manila, que en el siglo XVIII cruzaba la mitad del mundo, desde Filipinas hasta los puertos novohispanos de Acapulco y Tehuantepec, para continuar su camino, tierra adentro, hasta el montañoso pueblo de Olinalá.
Como hemos visto, este mestizaje puede ser apreciado en las piezas de hoy en las técnicas empleadas, la estética y la belleza de sus diseños. En este sentido, nuestros artesanos son una herramienta imprescindible para preservar la cultura mexicana. Sus creaciones permiten que conozcamos las tradiciones, creencias e historia nacional propias de cada momento y lugar, pues no hay que olvidar que el arte popular mexicano es un arte vivo. Cada uno de los treinta y dos estados de México nos ofrece piezas únicas, permitiendo así vertebrar la cultura de nuestro país de una forma heterogénea.
El arte popular mexicano es, en definitiva, variado, complejo y extraordinario en sus expresiones estéticas, simbólicas y plásticas. Sus orígenes son fruto de la conjunción de las más antiguas tradiciones, siendo posible encontrar en sus piezas influencias de Mesoamérica, Europa o Asia. Se trata de una síntesis cultural que se funde en formas majestuosas, vivos colores y materias primas únicas, que son fruto de la multiplicidad de regiones y culturas en las que los artesanos consolidan su identidad, al tiempo que ofrecen al mundo la oportunidad deleitarse con la belleza de su obra.